La reinvención del modelo vasco

La transformación social, económica y cultural vivida por la sociedad vasca en las últimas décadas presenta una serie de indicadores excepcionales en un contexto de la máxima dificultad. Al colapso industrial, altísimas tasas de desempleo, el fin de la dictadura franquista y la construcción de un nuevo entramado institucional desde el año 78, se añadían constantes vulneraciones de los derechos humanos y violencia. La mayoría de sociedades que han vivido situaciones similares no han sido capaces de darle la vuelta a un contexto tan complejo y negativo.

Sin embargo, la sociedad vasca respondió de forma espectacular a casi todas estas amenazas y retos. En vez de seguir los consejos predominantes en la época (desindustrialización y políticas neoliberales), Euskal Herria optó por reinventar su estructura manufacturera, diseñar nuevos sistemas de cooperación público privada y nuevos modelos de competitividad basados en una distribución más equitativa de la riqueza como los impulsados por la economía social y cooperativa. En este mismo periodo histórico, la sociedad vasca fue capaz de detener el proceso de minorización de la lengua vasca y poner fin a la violencia de motivación política.

A pesar de las dificultades y retos a los que nos enfrentamos en el momento actual, estos indicadores demuestran la existencia de un modelo de desarrollo sostenible desde un punto de vista social, económico y medio-ambiental que puede ser proyectado hacia el futuro como marca país. Los cambios vividos en los países occidentales durante la última década demandan más que nunca modelos de desarrollo alternativos y con evidencia empírica que combinen la competitividad económica con el equilibrio social. En este contexto, y a pesar de nuestra dimensión y limitaciones institucionales, el pueblo vasco (su ciudadanía, organizaciones sociales, empresas e instituciones) tiene una oportunidad histórica de proyectarse internacionalmente como un modelo de desarrollo humano e innovación social que es plenamente competitivo en el mercado global.

Desde una perspectiva económica tradicional, podemos explicar fácilmente cómo se ha producido este proceso de innovación, cuáles fueron las decisiones estratégicas (inversión en educación y protección social, especialización inteligente, etc), pero sin el factor social y cultural no podemos responder a la pregunta del porqué se tomaron esas decisiones tan diferentes respecto a las que tomaron otros pueblos en situaciones similares. En cierta medida, conocemos lo cuantificable, los proyectos y las decisiones, pero desconocemos el funcionamiento de los elementos intangibles y lo cualitativo. Estos son los elementos diferenciales en cada realidad cultural.

Cuando hablamos del factor cultural, no hablamos “solamente” de las expresiones culturales, nos referimos al sistema de valores expresados en determinadas narrativas colectivas que utilizamos para definirnos como pueblo y que explican las decisiones que hemos ido tomando a lo largo de la historia. Es la forma en la que una sociedad se autodefine y se comporta ante determinadas situaciones. Si no existiese este factor cultural, todas las sociedades responderían de forma similar ante los mismos retos.fullsizeoutput_580

Es muy importante conocer y medir este factor cultural para comprender de una forma más profunda nuestro proceso de transformación social y económica y, sobre todo, para poder proyectar sus elementos estratégicos de cara al futuro. Los procesos de innovación y especialización inteligente más exitosos a nivel internacional (Finlandia, Baviera, Quebec, Estonia, etc.) son precisamente los que han sido capaces de incorporar su propia dimensión cultural.

El principal reto al que nos enfrentamos es que estas narrativas internas sobre la sociedad vasca están cambiando muy rápidamente. El ejemplo más importante es que por primera vez desde la recuperación del autogobierno, la desigualdad en Euskal Herria está creciendo de forma preocupante y una distribución más equitativa de la riqueza corre el riesgo de dejar de ser uno de los elementos fundacionales del denominado “modelo vasco”.

Todavía estamos a tiempo para reconectar con los elementos tractores que nos permitieron desarrollar la transformación de los años 80, pero esta reinvención de la sociedad vasca no vendrá de la mano de replicar miméticamente lo que hacen otras sociedades. Debemos reconectarnos con el sistema de valores y los comportamientos que han caracterizado al pueblo vasco a lo largo de la historia. El “nuevo modelo vasco” debe construirse sobre iniciativas que conecten con los valores de competitividad en solidaridad que nos han llevado hasta los niveles de desarrollo humano que hoy disfrutamos. Mirar la realidad desde nuestra propia identidad para ver un futuro diferente. Si aplicamos la misma mirada que los demás, no podremos ver nada propio y diferente.

Se trataría ahora de responder de la misma manera cuando las cosas están mejor. En el pasado utilizamos el espíritu de supervivencia como palanca de transformación. Ahora podemos utilizar otra, la lucha contra la desigualdad. Se nos abre una nueva oportunidad para mostrar lo mejor de nosotros mismos. Podemos aprovecharla o seguir la corriente que nos marcan otros hasta perder nuestra identidad como pueblo.

Ha llegado el momento de decidir cómo queremos ser recordados en el futuro. Podemos ser una sociedad que hizo lo más difícil, transformarse profundamente siguiendo un modelo diferente y solidario pero que luego acabó convirtiéndose en un barco a la deriva más, o podemos decidir afrontar una nueva transformación que debería llevarnos a liderar los rankings internacionales en desarrollo humano sostenible.

No es fácil, pero todas aquellas personas que lideraron la gran transformación de los años 80 y 90 saben que es posible. Todo depende de las decisiones que tomemos ahora. Si nos conformamos con hacer lo que hacen los demás, acabaremos siendo como los demás. Si decidimos colectivamente tomar un camino alternativo, encontraremos muchas dificultades, pero seguramente alcanzaremos mucho mejores resultados.